Cuando los seres humanos nos inventamos la idea de dios (o dioses) teníamos un propósito: la colaboración. La ficción fue determinante para el desarrollo y crecimiento de las sociedades humanas y gracias a ello alcanzaron la complejidad que hoy tienen. Las historias compartidas –una realidad intersubjetiva– nos dio la posibilidad de superar los límites de la evolución biológica, brindándonos la posibilidad de transformar nuestros comportamientos y realidades a través de una evolución cultural: basta cambiar el cuento, para cambiar la meta común y mucho de nuestro comportamiento.
