Imagen: imago, representación, retrato. Reproducir, imitar, imitación. Imaginar, imaginería, imaginario, irreal. Inmaterial. Foto: luz; grafía: inscripción. Representación de la realidad inscrita por/con la luz. ¿Qué es la luz? Fluido. Abundancia de oscuridad. “Hay oscuridades y oscuridades…” escribe Gloria Anzaldúa. No vacío sino presencia: materia. Patrones de difracción. Materialización. Los fenómenos se producen, producen, (se) están siempre afectando, intra-actuando. Las imágenes, como fenómenos, no son representaciones de una realidad pre-existente. Construyen significados que se materializan, y nos producen a nosotres, al relacionarnos con ellas.
La fotografía, podemos comenzar a notarlo, consiste en prácticas material-discursivas. Estamos, como parte del mundo con el que devenimos, ya siempre enredades con otros fenómenos, sus entrelazamientos. Una comprensión performativa, no-representacional, puede dar cuenta del dinamismo de la materia, “asuntos de práctica, haceres y acciones”, dice Karen Barad (2007, 135). Abordaje performativo posthumanista, agreguemos. La imagen no comunica, produce efectos.
Un siguiente paso sería entonces “performar un abordaje genealógico de las prácticas material-discursivas” (Barad, 2007, 169) que producen las distinciones que creíamos inherentes a la realidad: entre el aparato y el cuerpo, lo humano y lo no-humano, la naturaleza y la cultura. Del papel que juegan los aparatos, como la cámara fotográfica, en la producción de límites (muchas veces problemáticos). Desarrollar exploraciones acerca de la normatividad tan propia del mundo del arte, de su historia, de la producción sacra y fetichizada de sus objetos, una que ignora el poder (potencia, agencialidad) de la materia y la manera en que la discursividad se materializa en la cotidianidad de nuestras experiencias. Construir imágenes es una forma de relacionarse con el mundo, en que la existencia se produce y se manifiesta.
Las imágenes son parte de experiencias compartidas, rutinas cotidianas, encuentros, movimientos encarnados, activaciones precognitivas, intensidades afectivas, necesidades persistentes, disposiciones sensoriales… Constituyen la existencia, no la reflejan. Entonces no se trata ya de buscar descubrir o desvelar significados y valores aparentemente a la espera de nuestra interpretación, nuestro juicio y eventual representación. Práctica, acción, performatividad.
Las imágenes devienen ensamblajes híbridos, agenciales en su intra-actividad. La materia es activa: circula, se combina o mezcla, solidifica y disuelve, así también las fotografías, lo que las produce y lo que producen. Cualidades, movimientos y potencias que se activan en su manifestación. Haceres, más que cosas.
La cámara fotográfica, como aparato, es una tecnología de producción de significados que se materializan a través de una serie de prácticas de intra-acción (mutua afectación): desde el ensamblaje cámara-fotógrafe (y “no sólo”, agrega Marisol de la Cadena). Pensar la fotografía como entrelazamiento de tecnologías y prácticas cuya configuración tiene efectos particulares podría llevarnos a enredarnos en una poética (la simpoiesis de Donna Haraway) que pueda pensarse como juego. Aspirar a la ruptura, al desequilibrio, a animar y a reverberar más que a reportar, registrar y representar. Abandonar lo conceptual por medio de la experimentación. Los aparatos, recuerda Barad, no tienen límites intrínsecos sino son prácticas abiertas. No se trata de qué significa sino qué hace la imagen.
Responsabilizarse como trazar líneas de fuga de estas lógicas y sus capturas. Ya no sujetos sino cuerpos que intra-actúan y producen una agencia política regeneradora como resultado, en cuya relación se re/activan potencias. Los cuerpos son capacidades afectivas y los afectos “modalidades, energías, entonaciones, arreglos e intensidades de textura, temporalidad, velocidad y espacialidad en procesos de diferenciación que actúan en, son producidos a través de y son transmitidos por los cuerpos”. Hablar de cuerpos no es hablar de humanos, nos abre a relacionamientos entre objetos inanimados, vivos, materia no humana, fenómenos, eventos, tecnologías… Ahí donde nociones y creencias se ponen en juego, donde nuestras intra-actividades con el mundo material salen a flote. “La esquizia y no el significante” dice el ensamblaje Deleuze-Guattari.
Habría que salir de la práctica artística, de los límites que le impone a las relaciones y a los movimientos capaces de re-atar, re-habitar, re-conectar mundos, sin el aislamiento característico de la conservación, la colección, la exhibición, la curaduría; evidenciando el problema de la negación de nuestro estado constante y mutuo de responsabilidad de lo que pasa en las múltiples intra-acciones emergiendo de la experimentación, de la experiencia, mientras afectamos, mientras estamos siendo afectades.
La práctica fotográfica es un entrelazamiento material/humano/no-humano, pero también una tecnología de indagación y producción material-discursiva. La fotografía emerge como fenómeno pero también es un aparato que nos interpela, indaga, pone a prueba o explora al ensamblarse con otras imágenes, artefactos y corporalidades que constituyen el proceso.
La fotografía y la persona se co-constituyen una a la otra pero además la fotografía es un hacer, como fenómeno, un set de prácticas que genera más imágenes, otras prácticas, saberes, artefactos materiales… Es constitutiva de subjetividades, hace que pasen cosas en el mundo. Todo, antes que representar. La invitación que surge es a notarnos enredades con la materialidad de la cámara y todo lo que participa de la práctica fotográfica para responsabilizarse de lo que se produce. Pensar la práctica como compromiso intensivo, material y encarnado con el mundo.
Como práctica relacional (ensamblaje) la fotográfica es una configuración que emerge pero también configura y actúa directamente sobre el mundo. Al ensamblarse con la cámara, quien fotografía se relaciona-con y produce formas particulares de espaciotemporalidad.Estamos ya siempre, en la cotidianidad, enredades en prácticas de producción de relacionamientos que activan sensibilidades y percepciones, capacidades de afectación y, si nos reponsabilizamos de ello, de re/generación de potencias. Cortes que (nos) entrelazan. Como apunta Barad: “posibilidades particulares para intra-actuar existen en cada momento y estas posibilidades cambiantes implican una obligación ética para intra-actuar responsablemente en el devenir del mundo, para responder a, y responsabilizarse por lo que importa y lo que es excluido de la posibilidad de materializarse” (2007, 178).
Imagen: Handy, Levin C. Construcción de la Biblioteca del Congreso, Corte S.W., Washington, D.C., 9 de diciembre de 1891, cianotipo. (Foto: Fotografías Panorámicas, Biblioteca del Congreso, División de Impresiones y Fotografías [dominio público])