PIK’BIL

Existe un pik’bil capaz de transportarme a un lugar desconocido como si lo conociera. Evento que se activa en el encuentro, en el roce de la gasa con este cuerpo. Entrar en un espacio sacro, en una conversación reservada para mí en un lugar inexistente, un lugar donde se vuelve a unir un lazo. Memoria como re-membranza.

Me coloqué en esa grieta –con el pik’bil rasgado del frente–, en su transparencia, y pensé en mi bisabuela y en mi abuela materna y en sus historias, sus dolores, sus muertes y pensé en mi dolor, mi resistencia, mi muerte –por ratos de ellas, de cada una, por ratos nuestros–. Tejidos y bordados heredados, inscripciones sin borradura posible, un tanto en la sangre, otro tanto en la materialidad del vestuario.

Miles de hilos intrincados, otras formas de lo dicho, re-visitas que se actualizan como pájaros o como flores –incluidas las que nos llegan en código genético– desde la experiencia y el sentir, y todos los efectos que activan. Entonaciones, diferenciaciones, producciones sin fin y sin final. Corporeizar y encarnar la tradición de modo que se vuelva ancla y catapulta.

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